"La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo."
Nelson Mandela
Por: Alexander Castrillón
Para algunos exagerada, para otros una realidad, la frase que encabeza este blog puede generar alguna controversia, sin embargo, más allá de eso, es claro que en el mundo actual pareciera que hace falta mucho de ese conocimiento que pueda cambiar el mundo de verdad.
Es una triste realidad ver como en la actualidad muchas personas prefieren buscar otras metas personales (dinero, poder, belleza...) que la misma educación, y es que hay un deseo, casi desbordado por el dinero y el poder, los cuales - se ha comprobado - que no necesitan de una formación profesional para ser alcanzados.
Muchos son aquellos que se conforman con tener mucho dinero, aunque no sepan hacer nada útil, y a muchos otros les place suficiente con sentirse a gusto con su físico o su apariencia, sin preocuparse demasiado por sus conocimientos.
Es innegable que es un aprendizaje que han adquirido las actuales generaciones, en el transcurrir de muchos años de historia y acontecimientos, que van dirigiendo a la humanidad, hacia una sociedad narcisista y vacía.
Pero no se trata de presentar un argumento pesimista o justiciero, lo importante de este análisis previo es entender la necesidad de un movimiento hacia la reconstrucción y empoderamiento de la buena educación en nuestra sociedad, hacia una renovación de las prácticas y una reforma del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Hay que generar un nuevo deseo de aprender en los jóvenes, un amor hacia la investigación y el conocimiento y un respeto por el SER, más que por el TENER.
Es ahí donde entran en escena dos elementos importantísimos, los profesores y la tecnología. Ambos necesitan ser repensados, reeditados y repotenciados, para que unidos generen el cambio social del que habla Mandela.
A partir de herramientas tecnológicas debemos construir nuestra labor como docentes y
compartir con el mundo los conocimientos y habilidades que poseemos, intentando contagiar de la mejor manera a cuantos podamos y que la siguiente no sea la sociedad de la información, si no de los que saben que hacer con ella, una sociedad educada y formada para cambiar el mundo.

Es una triste realidad ver como en la actualidad muchas personas prefieren buscar otras metas personales (dinero, poder, belleza...) que la misma educación, y es que hay un deseo, casi desbordado por el dinero y el poder, los cuales - se ha comprobado - que no necesitan de una formación profesional para ser alcanzados.
Muchos son aquellos que se conforman con tener mucho dinero, aunque no sepan hacer nada útil, y a muchos otros les place suficiente con sentirse a gusto con su físico o su apariencia, sin preocuparse demasiado por sus conocimientos.
Es innegable que es un aprendizaje que han adquirido las actuales generaciones, en el transcurrir de muchos años de historia y acontecimientos, que van dirigiendo a la humanidad, hacia una sociedad narcisista y vacía.
Pero no se trata de presentar un argumento pesimista o justiciero, lo importante de este análisis previo es entender la necesidad de un movimiento hacia la reconstrucción y empoderamiento de la buena educación en nuestra sociedad, hacia una renovación de las prácticas y una reforma del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Hay que generar un nuevo deseo de aprender en los jóvenes, un amor hacia la investigación y el conocimiento y un respeto por el SER, más que por el TENER.
Es ahí donde entran en escena dos elementos importantísimos, los profesores y la tecnología. Ambos necesitan ser repensados, reeditados y repotenciados, para que unidos generen el cambio social del que habla Mandela.
A partir de herramientas tecnológicas debemos construir nuestra labor como docentes y
compartir con el mundo los conocimientos y habilidades que poseemos, intentando contagiar de la mejor manera a cuantos podamos y que la siguiente no sea la sociedad de la información, si no de los que saben que hacer con ella, una sociedad educada y formada para cambiar el mundo.
Comentarios
Publicar un comentario